El Emperador Carlos V visitará el Festival Europeo de la Cerveza el próximo viernes.

10/10/12 - Asociación San Rock-e

En compañía de su séquito, recreado por los miembros de la Asociación Cultural 'El Palenque', el emperador visitará la carpa del Festival para dirigir unas palabras a los asistentes.

En su visita a la carpa el emperador, papel representado por el actor Miguel Ángel Marsella, acompañado de todo su séquito dará por inaugurados los cuatro días de Festival y procederá a brindar y dirigir unas palabras a los allí congregados.

La estrecha relación del Emperador Carlos V con la villa laredana data del siglo XVI, cuando el 28 de septiembre de 1556, el Emperador desembarcó en los arenales de la Playa Salvé, para dos días después iniciar su recorrido hacia el Monasterio de Yuste, donde llegó el 5 de febrero de 1557 tras varios meses de viaje, y donde finalmente terminaría sus días.

La Asociación Cultural Amigos del Desembarco de Carlos V, 'EL PALENQUE', nace fruto de la unión de un grupo de Laredanos, que llevan colaborando con la Recreación del 'Último Desembarco de Carlos V' desde sus inicios en el año 2000 y que tienen como objetivos, la divulgación y potenciación, de esta fiesta que se celebra en Laredo el tercer fin de semana de septiembre. Del mismo modo regentan el 'Centro Temático Cultural Carlos V', ubicado en la denominada 'Puerta de San Lorenzo' o 'Puerta de Bilbao', situado en un edificio que pertenece a la muralla medieval del Casco Antiguo de Laredo que protegía la villa en la Edad Media.

Carlos V y su relación con la cerveza

Curiosamente, uno de los aspectos más anecdóticos de la vida de Carlos V fue su sibaritismo. Amante de la buena vida, el buen yantar y con un gusto gastronómico exquisito, el monarca, conforme a las costumbres cortesanas de la época, necesitaba jactarse de su buen comer y beber como expresión del prestigio de su cargo imperial y por la arraigada tradición gastronómica de su lugar de origen. Tanto apreciaba Carlos V esta bebida, que es considerado como su gran introductor en España, porque, aunque ya se conocía en nuestro país hacia el 1200 antes de Cristo, su consumo no comenzó a generalizarse hasta la llegada del monarca.

Eran siglos en los que en toda Europa se especulaba con que ríos y pozos eran transmisores de todo tipo de enfermedades, una excusa perfecta para apagar la sed a golpe de cerveza. Tenía una graduación más baja que la que conocemos en la actualidad, pero la bebían a todas horas y en grandes cantidades. Lo normal era desayunar medio litro de cerveza mojando en ella pan seco, para luego tomar unos 2 ó 3 litros más a lo largo de la jornada. A pesar de esta moda cervecera europea, España siguió siendo tierra de viñas hasta que desembarcó en ella Carlos V, el gran introductor de la cerveza en la Península. El emperador, ejerciendo de flamenco y borgoñón, no estaba dispuesto a que su nuevo trabajo como monarca español le alejara de su bebida favorita, por lo que trajo consigo a célebres maestros cerveceros. Entre ellos se encontraba Enrique van der Trehen, encargado de poner en marcha una fábrica de cerveza en el Monasterio del Yuste. Célebre es el apetito voraz del que siempre hacía gala Carlos V y la sed permanente que trataba de calmar con litros de cerveza: 'Durante una comida, el Emperador sumergió cinco veces la cabeza en el vaso, y en cada ocasión bebió por lo menos un cuarto de galón (unos 4 litros)', relata el historiador inglés Rogerio Asharn.

En aquella época, la elaboración de la cerveza dependía de la disponibilidad de lúpulo, que se cultivaba sobre todo en Flandes. Por esta razón, la cerveza se convirtió durante el siglo XVI en patrimonio casi exclusivo de flamencos y holandeses. Pero para darse gusto, y para seguir disfrutándola aún lejos de su tierra natal, Carlos V, a su llegada a España para ser coronado rey, trajo consigo una corte de maestros cerveceros. Estos caballeros, expertos en la elaboración artesanal de esta bebida, acompañaron al Emperador en su empeño por trasladar a nuestro país el gusto por la cerveza que imperaba en Flandes, dejando una estela de espuma allí por donde pasaran.

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